viernes, 19 de marzo de 2010

Preferido del Veterinario.



TODOS LOS MÉDICOS TIENEN UNA ENFERMEDAD PREFERIDA.

Es una frase que leí en internet y me hizo reflexionar sobre mis propias preferencias.

Aunque sin mala intención, sí irónicamente, a los médicos suelen gustarnos las enfermedades. Despiertan las ganas de investigar, de mejorar, de resolver, representan un reto profesional, personal y emocional.

Depués de muchos días de vacunas, dermatitis alérgicas por pulgas y diarreas mecánicas, llega un paciente que ¿!·%$"·%&"·$%? Tarááán una enfermedad que no es de fácil diagnóstico, que compromete su vida y lo pone en una situación bastante penosa...

¡¡¡Es ahí cuando "Pepe" se vuelve el Consentido!!! y ganó un lugar en el podium de los inolvidables.

Existen en mi vida muchos inolvidables, algunos afortunados, otros no. Sin embargo, éste no es el propósito del post, sino evidenciar la verdad.

Es cierto que los veterinarios tenemos preferencia por los retos y que son de nuestro aprecio los pacientes que más necesitan de nuestra ayuda.

Entre todos los colegas a los que he comentado el tema, todos han negado en un principio el hecho de que existen los consentidos, pero ya entrando en el tema, les he puesto en la balanza dos casos, uno de rutina y uno de extrema gravedad. Y siempre han elegido el diagnóstico y tratamiento del paciente de mayor afección.

Todos han confesado que por ética no es posible decir sin sombras lo que realmente se siente y piensa, porque alguien no involucrado en el gremio puede fácilmente malinterpretar nuestras respuestas.

La razón; si uno logra salvar a un paciente, la próxima vez que uno lo mire, correr, caminar, comer, convivir con su familia, estrá viendo un trofeo sin inscripciones ni nombres del acreedor, pero sí con vida, o con una mejor calidad de ella.

Los consentidos sí existen, no tapemos el sol con un dedo, los consentidos no sólo son nuestros, son del azar, de sus familias, y de la vida misma, que les permitió alejarse de la puerta de salida.

Los guerreros y héroes, que se sobreponen a los peores padecimientos, son nuestros consentidos.