Hoy Kitty,
Te despides de mí de una forma tan inesperada, sin miedo, sin brusquedades.
Te deslizaste agazapada como es tu profesión, sin ruido, sin derribar a tu paso más que el aire y el vacío.
Brillaste siempre, con tu salto desde la punta del librero.
Llegaste en silencio y jugamos abajo de la mesa.
Te vas en silencio, desde el balcón.
Gracias por cuidar a mi niñita, hasta regresarla de nuevo a casa.
Jamás despreciaré un guiño como el tuyo.
Salí sola a la calle, y regresaste conmigo;
Crecí.
Saliste sola por el balcón, y regresé contigo, a jugar abajo de la mesa.
Gracias Tábata.
viernes, 28 de octubre de 2011
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